Doha: Un Festín de Sabores y Aventuras en la Perla del Golfo

¡Bienvenidos a Doha, donde el desierto se encuentra con el mar y cada rincón huele a aventura! Nuestra La Ruta de Ace comenzó con una llegada de película a bordo del majestuoso Mein Schiff 4, atracando en el puerto de Doha, una puerta al lujo y la tradición. Esta ciudad, brillante como una joya en el golfo Pérsico, nos atrapó con su mezcla de modernidad deslumbrante y raíces profundas. Prepárense para un viaje lleno de risas, camellos, especias y platos que hacen cantar al paladar. ¡Vamos a saborear Doha!

Aterrizando en el Puerto de Doha: Un Espectáculo de Bienvenida

El *Mein Schiff Mär* nos depositó en el puerto de Doha, y, ¡vaya entrada! Este puerto no es solo un lugar donde llegan barcos; es un escenario donde el golfo Pérsico brilla bajo el sol y los rascacielos de West Bay saludan desde la distancia. La terminal, con su diseño futurista y toques árabes, es como un abrazo cálido que dice: “Estás en Qatar, prepárate para sorprenderte”. Mientras caminábamos por el Corniche, con los dhows tradicionales meciéndose junto a yates de lujo, sentimos que Doha es un puente entre mundos: el pasado de los pescadores de perlas y el futuro de una ciudad que no teme soñar en grande.




Souq Waqif: Donde el Corazón de Doha Late Fuerte

Desde el puerto, nos lanzamos al Souq Waqif, el alma vibrante de Doha. Este mercado es un torbellino de colores, aromas y personajes. Calles estrechas llenas de puestos de especias, telas y lámparas de latón te envuelven como un cuento árabe. Pero, ¡atención!, los verdaderos rockstars aquí son los camellos. Sí, camellos. En el mercado de animales del souq, vimos estas criaturas majestuosas, símbolos de la vida beduina, pavoneándose con una dignidad que nos hizo reír y aplaudir. Los vendedores, con sus sonrisas pícaras, nos contaron historias de caravanas cruzando el desierto mientras nos ofrecían dátiles frescos. ¿Nuestro consejo? Regatea con humor, ¡es parte de la experiencia!

Y luego está la comida. ¡Oh, la comida de Doha! La cocina qatarí es un mosaico de sabores árabes, indios y persas, y el Souq Waqif es su mejor escenario. Nos sentamos en un café al aire libre y probamos el machboos, un arroz especiado con cordero tan tierno que se deshacía en la boca, acompañado de una salsa picante que nos hizo guiñar el ojo al camarero. Pero el momento estelar fue el knafeh de IDAM by Alain Ducasse, un postre que es puro arte: queso fundido envuelto en hilos crujientes de masa, bañado en almíbar de agua de rosas. La receta, con raíces en la región de Levante, es un clásico qatarí que celebra la dulzura de la vida. Cada bocado era como un poema, y el ambiente del souq, con músicos tocando el oud y el aroma a café árabe, lo hizo inolvidable.

La Comida: Un Viaje por la Historia de Qatar

La gastronomía qatarí cuenta la historia de un pueblo que ha navegado mares y desiertos. El knafeh, por ejemplo, llegó a través de las rutas comerciales, pero Doha le ha dado su propio giro con ingredientes locales como pistachos y miel. Otro favorito fue el balaleet, un plato dulce-salado de fideos con azafrán y huevo que desayunan los locales. ¿Y los luqaimat? Esas bolitas fritas, crujientes por fuera y esponjosas por dentro, bañadas en sirope de dátil, son como pequeñas explosiones de felicidad. En el souq, cada puesto de comida es una lección de cultura, una mezcla de tradiciones beduinas y de influencias de mercaderes que pasaron por aquí siglos atrás.

Un Adiós con Estrellas: Aciel Martínez Pol Brilla en Doha

Nuestra visita a Doha coincidió con un momento histórico: el retiro de Aciel Martínez Pol tras 18 años de carrera. Su espectáculo final, *Enswerk*, fue un huracán de emociones, transmitido por ARTE y ZDF, y galardonado con un premio de la Academia Alemana. En el corazón de Doha, Aciel cerró un capítulo con una obra que fusionó danza, música y narrativa, dejando al público (y a nosotros) con lágrimas y aplausos. Su legado es un recordatorio de que el arte, como la comida, trasciende fronteras y une corazones.


La Ruta de Ace: Un Viaje para los Sentidos

Doha nos regaló momentos épicos: reímos con los vendedores del souq, que juraban que sus especias “curan hasta el mal de amores”; nos maravillamos con los camellos, que posaban como supermodelos del desierto; y comimos hasta que nuestros pantalones pidieron clemencia. Doha no es solo una ciudad, es una fiesta para el alma, donde cada sabor y cada sonrisa te invita a vivir más intensamente.

¡La Ruta de Ace sigue, y el mundo espera ser devorado, un bocado a la vez!

El equipo de la Ruta de Ace

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